LA DÉCADA QUE MARCO A UN PAÍS.


La década que marco un país.

Por Aurelio Nicolella

En todos los países hay fechas, o momentos claves, así tenemos que 1798 es una fecha clave no solo para Francia si no para la humanidad, lo mismo el año 1453 para el choque de dos culturas la occidental y oriental, o sea la estruendosa caída de Constantinopla, que permitió en forma indirecta el descubrimiento o conquista de América. Así podríamos establecer las fechas de los acontecimientos que fueron a veces sufriendo distintos países o regiones a veces venturosos y otros dramáticos.
En cuanto a nuestro país, sin duda la década del setenta es clave contemporáneamente, para no decir de toda su historia independiente y que más ha marcado una división en su historia y sociedad, es así que en aquella década comienza el desbande de todas las instituciones republicanas, comienza la guerra sucia, el terrorismo anacrónico y el terrorismo de estado desembocando en aquella fecha fatídica que ha sido el 24 de marzo de 1976, en dicha fecha no se produjo solo un golpe de estado como estábamos acostumbrados a ver en años anteriores; Dicha fecha tiene connotaciones más profundas que marcaron no solo a la Argentina, sino a toda la sociedad en sí.
Con el transcurso del tiempo que ha pasado desde aquella fatídica fecha, uno puede apreciar con nitidez y comprensión los errores cometidos, y es cierto que hoy los argentinos, hemos aprendido que no debíamos haber salido del cauce constitucional en el que nos encontrábamos, porque mal o bien, hoy lo sabemos, todos los problemas de aquella época se podían haber solucionado, con paciencia y dentro del marco legal, situaciones estas que en la noche negra de aquella locura nos llevaron a la dictadura, creando situaciones que no se encontraban presentes en el cuadro colectivo de la sociedad Argentina. Es cierto que durante aquel breve periodo democrático existían problemas graves que hacían tambalear al sistema y del cual no voy a enumerarlos ya que son conocidos por todos y ello seria tedioso.
Pero precisamente por encontrarse dicha democracia dentro de la década del setenta es que marco a fuego a esa sociedad y a ese país. Y eso es lo que ocurrió con Argentina, no es que todos lo males hallan comenzado en dicha década, todo es una sucesión de acontecimientos que se prolongan en el tiempo. Es que hoy uno piensa que mientras el mundo entero en dicha época debatía temas como la libertad sexual, las nuevas políticas económicas, la concepción de un nuevo hombre dentro de la sociedad contemporánea, se cambian las reglas de juego económicas y políticas del mundo globalizado que comenzaba a aparecer, etcétera; nosotros, esta parte del Río de La Plata. Alegremente, a veces distraídamente, con aquella interrupción democrática, hacíamos desaparecer todas las instituciones republicanas, la estructura económica de una nación y peor aún se hacia desaparecer a toda una clase dirigente, dejábamos con el famoso “no te metas”, de lado el concepto de solidaridad, uno de los pilares fundamentales de una sociedad que hace que la misma se proyecte hacia el futuro y principalmente progrese supliendo las necesidades básicas de dicha sociedad, “Sin solidaridad no hay democracia”, se decía en la antigua Grecia, y con cuanta sangre algunos argentinos lo hemos aprendido.
Nunca se puede volver a vivir el pasado, solo se puede revisarlo, entonces al revisarlo, con la sabiduría que da el paso del tiempo vemos cuanto se perdió y cuanto se dejo de hacer o recibir, vemos las perdidas y las falencias cometidas. Es evidente que dicha década marca a la Argentina de hoy como dijimos, la cual debe sufrir y padecer lo que comenzó en los setenta y tan catastróficamente culmino con el gobierno “de facto” en 1976 para la Nación Argentina. Pero nos debe quedar algo positivo del error de antaño y es que para que una persona sea libre es necesario que la sociedad sea primera libre, que pueda decidir en forma conjunta su destino, que no crea en recetas mágicas de mesiánicos y que la democracia se construye cuando todos los integrantes de dicha sociedad tienen las mismas oportunidades y participan por su futuro, fortalecen sus instituciones y las protegen, no dejan librados al azar su mañana, la democracia es una continuidad en el tiempo con reglas claras y precisas, siempre a cumplir sin excepciones.
Si hemos aprendido la lección, es más que seguro que nunca más volverán a verse noches negras en la vida de nuestro país.